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No mires atrás - стр. 5

Negué con la cabeza y sonreí al retrato de Lana. Como diciendo: vaya tontería. Por el rabillo del ojo vi que Lazarev se iba hacia la casa. Suspiré con alivio.

– Dasha, sigues aferrándote a tu pasado… – me estremecí. Esa voz… tan cerca.

¡Lo que me faltaba! Un año sin ver a Angelina… y ahora esto.

Angelina es la hermana de Lazarev. La que me convenció de participar en esta farsa. Después de la muerte de Lana estuve internada. Ahí me sentía segura. Pero ella vino. Y me pidió que acompañara a su hermano en sus últimos días.

Bueno, “pedir” no fue la palabra. Me obligaron a salir de ese lugar donde al fin respiraba… Y volver a esta casa. A este infierno.

Me giré y ahí estaba Angelina. Exactamente igual que la última vez que la vi.

Cuando confirmé que , que estaba ahí, me di vuelta de nuevo. Como si no la hubiera visto.

– No finjas que no me hablas. ¡Sabes que no me iré!

– ¿Y ahora por qué carajo te mencionó Lazarev? —murmuré—. Menciona al diablo… y aparece.

– Estás imposible, Dasha. ¿En qué te has convertido? ¿Eres la misma niña dulce y frágil que conocí? ¡Mira cómo hablas con los mayores!

Comenzó a alzar la voz. Yo seguí ignorándola.

Nunca me cayó bien. Si me hubiera ayudado aquella vez que le pedí… Si tan solo hubiese contestado el teléfono… Todo sería distinto. Lana estaría viva.

– ¡Dasha! ¡Mírame! ¡Lana no va a volver! ¡Tienes que ocuparte de tu vida!

¡Tienes a alguien que te ama! ¡Mi hermano haría lo que fuera por hacerte feliz! ¡Y tú… tú eres una ingrata!

– Ajá. Me hace tan feliz… – bufé por lo bajo, con rabia.

– ¡Te hizo su heredera! ¡Todo lo que nuestra familia tiene será tuyo! ¡Te sacó de la calle, te dio un hogar! ¡Hasta una nueva cara! ¿Y tú cómo le pagas? ¿Con desprecio? ¿Con odio?

Solté un largo suspiro. Recuerdo cuando Angelina se peleó con Lazarev por haberme adoptado.

Y luego, cuando firmó el testamento, pensé que me mataría con la mirada. Discutieron. Él le dijo que no era asunto suyo. Ella gritaba que era su hermana, que por derecho le correspondía todo. Él se enfureció. Dijo que no se discutiría más.

Y ella soltó un “ya veremos…”

En esos días, Lana estaba muy presente conmigo. Bueno, no Lana como tal, sino mi visión de ella. Y me dijo que tuviera cuidado. Que Angelina intentaría algo.

Yo no le creí. Le dije que Angelina era una perra, sí. Pero que hacerme daño… no lo creía.

¿Me amenazó? Sí. Me rogó, me advirtió, me exigió que renunciara a la herencia. Quería que hablara con su hermano. Que dijera que el testamento debía ir para ella. Que ella tenía familia, un hijastro, lo que fuera.

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