Размер шрифта
-
+

No mires atrás - стр. 2

No calculé la fuerza. Qué lástima. Me gustaba esa taza.

Aunque… ya era la quinta que rompía “por accidente”.

– Félix, su hija es muy simpática. No me molesta en absoluto – dijo Veronika, regalándome una sonrisa resplandeciente.

Sonreí con ironía. Cree que soy su hija. Aunque… técnicamente lo soy. Al menos en los documentos.

Claro, si ignoramos lo que realmente me hizo alguna vez…

Un padre no le hace eso a su hija.

Pero fue hace mucho tiempo. Trato de no pensar en ello.

Al carajo todo. Ese viejo cabrón ya tiene un pie en la tumba.

Le queda poco.

Y entonces… yo seré libre.

Y esa Veronikita, como todas sus muñequitas descartables, seguro piensa que se va a casar con él. Vaya una a saber qué les promete. Pero debe pagarles bien, porque se le pegan como moscas. Siempre jovencitas. ¡Asqueroso pervertido!

Y luego, simplemente… desaparecen de esta casa. Para siempre.

– ¿Qué haces ahí tanto tiempo? —escuché esa voz conocida, y el corazón se me ablandó de golpe. Las lágrimas comenzaron a brotar.

– ¡Lana! ¡¡Lana!! ¡Cuánto tiempo te he esperado! ¿Por qué tardaste tanto en venir?

Cerré la puerta con llave y puse música. Que nadie pudiera escucharnos.

– Tal vez porque te la pasas llorando cada vez que te visito – dijo pensativa, con su tono habitual, siempre burlón.

No alcancé a responder. Ya estaba junto a la ventana, mirando algo en el jardín.

– ¿Ese idiota todavía no quitó las rejas de las ventanas? —se rió.

– ¿Por qué lo haría? Está convencido de que me voy a lanzar al vacío.

Puso cámaras por todas partes…

– ¿Tienes cámaras acá? —empezó a mirar alrededor. – ¿Te espía hasta cuando te cambias?

– Creo que hasta en el baño… —bajé la mirada, tragando el nudo en la garganta.

Mis puños se cerraron solos.

– ¿Y lo dices así, tan tranquila? – Lana me miró sorprendida. – No eres tú…

– ¿Y qué quieres que haga? ¿Pelearme con él? Sabes perfectamente cómo está obsesionado conmigo…

– ¡Ah, cierto! ¡Tú eres su ángel! —soltó una carcajada. – Yo, en tu lugar, lo tendría comiendo de la palma de mi mano. ¡Lo manipularía como a un cachorrito!

– ¡Que se pudra! ¡No lo soporto ni un segundo más! – susurré entre dientes.

– ¿No te da lástima? Se está muriendo…

– Gracias a eso, finalmente creo que el karma existe.

– ¿Y qué vas a hacer con todo su dinero? Eres su única heredera… Te lo dejó todo en el testamento… – insistió Lana.

– ¡Me importa una mierda su dinero! No quiero nada, tú lo sabes. Solo quiero vivir… vivir en paz. Sin rejas, sin guardias siguiéndome a todas partes.

– Sigues siendo la misma tonta de siempre —suspiró Lana. – Con ese dinero podrías cumplir todos tus sueños. A ver… ¿Qué era lo que querías antes? ¿Te acuerdas?

Страница 2