Homo Ludus (Spanish edition) - стр. 28
Sol y la Luna son marido y mujer, y que los ven por turnos porque pasan uno al lado del otro para coger a su hijo en brazos. Entonces les pregunté qué ocurre en los momentos en que ninguno de los dos es visible, como cuando llueve. "Ambos tensan sus arcos", me dijeron, y cuando les pregunté por qué lo hacían, respondieron: "¿Cómo íbamos a saberlo?". ¿Te das cuenta de lo ingenuo que es eso? Es decir, hasta cierto punto están absolutamente seguros, a partir de cierto punto no saben nada, y pretenden que simplemente es así. Y aunque nada cambia realmente de sus suposiciones, les ayuda a vivir, condicionalmente hablando.
– ¿Por qué "convencionalmente hablando"?
– Sólo porque hasta cierto punto. Entonces alguien empieza a pensar, empieza a hacer preguntas. Y entonces empieza a estorbar… Los fenómenos naturales no necesitan ser comentados en absoluto. Están ahí y ya está. No expresan nada. Ni siquiera tienen esa capacidad. Si quieres estudiarlos, estúdialos. Pero no interpretes lo que hacen. Porque ni siquiera son acciones. Es sólo un hecho. Y no tratar de darle sentido es tan tonto como un rey persa hace unos miles de años pensando que castigaba al mar con látigos.
Vincent bebió lo que quedaba en su vaso: "Buen ejemplo. Tengo otro… En Egipto. Antes de cada crecida del Nilo. de la que, de hecho, dependía la supervivencia de todo aquel antiguo estado, el faraón promulgaba un decreto sobre la. al Nilo. Es decir, ordenaba que el río se desbordara para poder sembrar y cosechar… Es más interesante darle la vuelta al revés: creían que si no había orden del faraón, no habría desbordamiento del Nilo… Tirar una hoja enrollada de papiro al río y pensar que algo cambiaría a partir de ahí… Sí, es estúpido… Pero la gente siempre ha tenido miedo de la naturaleza. Y ha tenido aún más miedo de la gente que se cubre con la naturaleza, identificándola con ellos mismos. Y es poco probable que algo cambie. Demasiado hombre no significa nada para ella ni para los que se cubren con ella. Y es peculiar que un hombre tenga especial miedo no de alguien que es fuerte, sino de alguien para quien no significa nada, como si temiera ser aplastado como un insecto.
Con cada palabra, Gustav volvía a convencerse de que había mantenido vivo a aquel hombre por una razón, no para destruirlo. Dos años atrás, Gustav había viajado por las regiones del sudeste de Turquía, interesado por antiguas fortalezas en las rocas que parecían sacadas de una película de ciencia ficción. Por los mismos lugares, Vincent compraba petróleo de contrabando a Irak, sin importarle de quién procedía, adónde iba o quién ganaría dinero con él salvo él. Y fue