Размер шрифта
-
+

Homo Ludus (Spanish edition) - стр. 11

"En ocasiones especiales, cuando me apetece". – Ella asintió, sonrió y giró la cabeza. Sus ojos brillaban de deseo, como si estuviera dispuesta a desgarrar aquel precioso vestido, a aferrarse a él, a aferrarse a él y no soltarlo hasta poseerlo.

Me ha gustado". – dijo Gustav afirmativa y tranquilamente. – Háblame de ti, Oksan. ¿Por qué te gustan tanto los clubes?"

– No sé… Aquí te sientes libre. Puedes hacer lo que quieras… Cada uno es lo suyo… Salgo a dar un salto.

– Supongo que mis padres siempre estuvieron luchando.....

– ¡Sí! Pero rápidamente se acostumbraron a mi temperamento.

– ¿Cuál es?


– Enfadada. Sí, enfadada. Todo el mundo solía preguntarme por qué rompí con mi novio. Yo decía: "Bueno, ¿te gustaría que tu otra mitad llegara borracha a casa a las 3:00 de la mañana?". Todos decían: "No". Yo decía: "Bueno, a él tampoco le gustaba".

– Sí. Francamente.

– Lo que hay es lo que hay.

Hablaba con el corazón. Como una asesina, siempre escondiéndose y encontrando a alguien a quien desahogarse. Por otra parte, era evidente que se justificaba de cara al futuro. Para no tener que disculparse después por su comportamiento, sino simplemente decir: "Te lo advertí, soy así".

Gustav no había conocido a muchos de estos, pero ahora ya sabía qué hacer con ella, sólo le quedaba averiguar contra qué debía hacerlo.

"¿Qué es lo que más temes?" – Me preguntó.

"Tormentas eléctricas. Truenos y relámpagos. Necesito que alguien esté a mi lado". – sonaba muy seria. Claramente, no era el tipo de miedo que la paralizaba o le hacía perder la cabeza, pero definitivamente era el tipo de miedo que la desequilibraba.

Oksana volvió a mirarle a los ojos, sus brazos rodearon suavemente su cuello, la pierna más cercana a él subió lenta y suavemente a su regazo.

"¿Cantarás algo?" – Preguntó la chica.

"No, pero ya sabes… Podríamos ir saltando". Sonrió y soltó una ligera risita: "¡Vamos, Goose!".

Ya le había dicho a Gustav que conocía a mucha gente en los clubes, y especialmente en éste. Y esta vez ya había hablado con el encargado, el camarero, la camarera, se había enterado de cómo iban las cosas, quién estaba dónde, quién era el DJ, y luego lo había expresado todo en voz alta.

Resultó que las personas a las que le habría gustado ver no estaban hoy aquí. No le gustaba Pablo, el nuevo dueño del local, cuya arrogancia había hecho que mucha gente dejara de venir, pero le conocía bien y desde hacía mucho tiempo.

Después de bailar un rato, se sentaron en uno de los sofás del centro de la sala.

Al cabo de un minuto, ella gritó a alguien que pasaba por allí, él se acercó y se dieron un ligero beso en los labios, tras lo cual siguió su camino.

Страница 11