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Хитроумный идальго Дон Кихот Ламанчский / Don Quijote de la Mancha - стр. 21

Las voces de Sancho llegaron a oídos de don Quijote, que volvió a la venta a ver qué le sucedía a su escudero. Cuando vio lo que sucedía, comenzó a decir tantos y tales insultos que es mejor no escribirlos. Pero los hombres no paraban de mantearlo, hasta que se cansaron y lo dejaron en suelo. Le trajeron el asno y lo subieron encima porque él no podía moverse.

Sancho rogó a Maritornes que le trajera un vaso de vino y, una vez bebido el vaso, salió de la venta muy contento de no haber pagado nada, aunque el ventero se quedó con las alforjas en pago de lo que se le debía, sin que Sancho las echara de menos por lo mareado que estaba.

Capítulo XV

La aventura de los rebaños de ovejas

Llegó Sancho adonde estaba don Quijote y al verlo le dijo:

–Ahora creo, Sancho bueno, que aquel castillo o venta está encantado, porque los que se han divertido contigo, ¿qué podían ser sino fantasmas y gente del otro mundo? Lo sé porque no pude ni bajar del caballo para vengarme, y es que me tenían encantado.

–Yo también me hubiera vengado, pero no pude. Aunque yo creo que los que se han burlado de mí no eran fantasmas, sino hombres de carne y hueso, y todos tenían sus nombres, como nosotros. Lo mejor sería volvernos a casa, ahora que es tiempo de la siega, y cuidar de nuestra hacienda en vez de andar de la ceca a la meca[70].

–¡Qué poco sabes, Sancho ―respondió don Quijote―, de asuntos de caballería! Ten paciencia, que un día verás qué honroso es andar en este oficio. ¿Qué mayor alegría puede haber que vencer en una batalla? Ninguna.

–Así debe de ser ―respondió Sancho―, pues yo no lo sé; pero desde que somos caballeros andantes no hemos vencido en ninguna batalla. Sólo en la del vizcaíno, y así y todo vuestra merced salió sin media oreja.

Iban conversando cuando don Quijote vio que se levantaba una gran polvareda[71] por el camino. Entonces se volvió a Sancho y le dijo:

–Hoy es el día en el que se verán mi buena suerte y el valor de mi brazo. ¿Ves aquella polvareda, Sancho? Se trata de un numerosísimo ejército que viene por allí.

–Serán dos ejércitos ―dijo Sancho―, porque por este lado se levanta otra polvareda.

Volvió a mirar don Quijote y vio que era verdad; entonces se alegró muchísimo porque pensó que venían a enfrentarse en aquella llanura. Pero la polvareda la levantaban dos grandes rebaños de ovejas que venían por el mismo camino en diferente sentido.

Tanto insistió don Quijote en que eran ejércitos, que Sancho se lo creyó y le dijo:

–Señor, ¿qué hemos de hacer nosotros?

–¿Qué? ―dijo don Quijote―. Defender y ayudar a los necesitados. Y has de saber que este ejército que viene de frente lo conduce el gran emperador Alifanfarón, y el otro es el de su enemigo, Pentapolín del Arremangado Brazo, llamado así porque siempre combate en las batallas con la manga del brazo derecho subida.

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