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Хитроумный идальго Дон Кихот Ламанчский / Don Quijote de la Mancha - стр. 20

–No tengas miedo ―dijo don Quijote―, que ahora mismo voy a hacer el bálsamo con el que curarnos. Levántate, si puedes, y pide al señor de este castillo que te dé un poco de aceite, vino, sal y romero para hacer el saludable bálsamo.

Sancho fue en busca del ventero y le pidió lo que su amo le había encargado. Cuando don Quijote tuvo los ingredientes, los mezcló todos y los coció un buen rato. Luego recitó más de ochenta oraciones haciendo una cruz a cada palabra que decía.

Don Quijote quiso comprobar que el bálsamo era bueno y se bebió casi un litro. Apenas lo acabo de beber, comenzó a vomitar, de manera que no le quedó nada en el estómago. Luego le entraron unos grandes sudores y se quedó dormido un gran rato. Cuando despertó, se encontró tan bien que creyó que había acertado con el bálsamo de Fierabrás.

Sancho, que vio la mejoría de su amo, quiso probarlo y se bebió unos buenos tragos. Pero su estómago no debía de ser como el de su amo, y nada más tomar el primer trago, sintió que se moría de los vómitos que le entraban.

Don Quijote, que ya estaba deseoso de buscar otras aventuras, preparó a Rocinante. Ayudó a Sancho a subir a su asno y llamó al ventero para decirle:

–Muchos y grandes favores he recibido en vuestro castillo, por lo que os estoy agradecido. Recordad si hay algún agravio que queráis vengar, que yo lo remediaré como vuestra merced me mande.

–Señor caballero, yo no tengo necesidad de que me ayude en ninguna venganza, que eso lo sé hacer yo. Sólo necesito que me pague el gasto que ha hecho en la venta, tanto de la paja y cebada de los animales como de la cena y la cama.

–Entonces, ¿esto es una venta? ―dijo Quijote.

–Y muy honrada ―respondió el ventero.

–Engañado he vivido hasta aquí ―dijo don Quijote― porque yo pensé que era castillo, siendo así, tendréis que perdonarme el pago, porque no puedo ir en contra de las leyes de los caballeros andantes, que jamás pagaron posada ni otra cosa en donde estuvieran.

–Poco tengo yo que ver con esto; págueme y dejémonos de cuentos y caballerías ―dijo el ventero.

–Sois un estúpido y un mal ventero ―dijo don Quijote.

Dicho esto, subió al caballo y salió de la venta, sin que nadie lo detuviera, y él sin mirar si le seguía su escudero.

El ventero quiso cobrar[69] de Sancho Panza, pero dijo lo mismo que su amo, que para él tambien valían las leyes de la caballería.

Quiso la mala suerte que en la venta hubiera gente alegre y juguetona que decidió divertirse con Sancho. Fueron hacia él y lo bajaron del asno. Uno de los hombres trajo una manta y, puesto Sancho en el centro, comenzaron a levantarlo en alto y a reírse de él.

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