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Хитроумный идальго Дон Кихот Ламанчский / Don Quijote de la Mancha - стр. 10

y El Monserrato.

–Todos ellos ―dijo el cura― son los mejores libros de aventuras en verso escritos en lengua castellana, y pueden competir con los más famosos de Italia. Hay que guardarlos.

Capítulo VII

La segunda salida de don Quijote

Mientras el cura y el barbero discutían sobre los títulos de los libros de caballería que debían ser quemados, oyeron a don Quijote decir a grandes voces:

–Aquí, aquí, valerosos caballeros; aquí debéis mostrar la fuerza de vuestros valerosos brazos.

El cura y el barbero fueron a ver qué le pasaba. Cuando llegaron, don Quijote ya estaba levantado de la cama y continuaba con sus voces, dando cuchilladas[37] a todas partes como si peleara con alguien. Lo agarraron y se lo llevaron de nuevo a la cama. Le dieron de comer y se quedó otra vez dormido.

El cura y el barbero pensaron en tapiar el cuarto donde estaban los libros de caballerías para que su amigo no los volviera a ver. Le dirían que un encantador se los había llevado. Y así se hizo.

Dos días después se levantó don Quijote, y lo primero que hizo fue ir a ver sus libros. Como no hallaba el cuarto, preguntó al ama por él, y ella, que ya sabía lo que tenía que responder, le dijo:

–¿Qué cuarto busca vuestra merced? Ya no hay cuarto ni libros en esta casa, porque todo se lo llevó el mismo diablo.

–No era diablo ―dijo la sobrina―, sino un encantador que vino una noche sobre una nube, entró en el cuarto y no sé lo que hizo dentro, que al poco tiempo salió volando por el tejado y dejó la casa llena de humo. Cuando se fue, vimos que no había ya ni cuarto ni libros. Y mientras el encantador se iba volando, decía en voz alta que había hecho aquel daño por enemistad secreta con el dueño de aquellos libros y que se llamaba el sabio Muñatón.

–Frestón diría ―dijo don Quijote.

–No sé ―respondió el ama― si se llamaba Frestón o Fritón[38], solamente sé que su nombre acababa en tón.

–Así es ―dijo don Quijote―, ese es un sabio encantador, gran enemigo mío, pues sabe que más adelante tendré que pelear con un caballero a quien él protege y le venceré sin que él lo pueda impredir. Por eso intenta hacerme todo el daño que puede.

–¿Y no será mejor quedarse tranquilo en su casa y no irse por el mundo a buscar aventuras? ―dijo la sobrina―. Mire usted que no siempre se consigue lo que se quiere.

No quisieron las dos insistir más, porque vieron que su enfado iba en aumento.

Y así estuvo don Quijote quince días en casa muy tranquilo, sin dar muestras de querer seguir sus primeras locuras.

En ese tiempo fue a ver don Quijote a un labrador vecino suyo, hombre honrado aunque pobre, pero de muy poca sal en la mollera

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